Aunque la crisis del coronavirus ha traído consigo una merma de la actividad turística, se han alumbrado proyectos de emprendimiento que cuidan el entorno y las escapadas rurales han funcionado como verdaderos salvavidas de la España vaciada. Una tendencia que no solo se mantiene, sino que crece. Las reservas de alojamientos en entornos naturales para Semana Santa ya alcanzan el 59% de ocupación a nivel nacional, situándose seis puntos por encima de la cifra registrada en 2021.
Asimismo, los datos del Observatorio del Turismo Rural confirman la consolidación de esta modalidad turística en auge. En concreto, el 41% de los españoles mayores de 18 años afirma haber practicado turismo rural en 2021, cinco puntos por encima del dato de 2020. En cuanto a los aspectos más valorados cuando se viaja a un destino rodeado de campo, el principal es la abundancia de opciones al aire libre, seguido de la posibilidad de visitar un entorno cultural y la riqueza gastronómica. Las principales motivaciones para realizar este tipo de viajes son estar en contacto con la naturaleza, desconectar de la rutina y socializar con amigos y familiares.
Pero, ¿es posible vivir una experiencia 100% sostenible? Para hacerlo posible se han creado diferentes entornos como Mar de Fulles, un hotel autosuficiente energéticamente y con una instalación fotovoltaica aislada, donde bañarse en la paz y tranquilidad de las hojas y árboles; o la Finca Ca’n Beneït, un hotel con 16 placas solares que consume la fruta de su propio huerto, compra los huevos del desayuno, con una yema increíblemente naranja, a una pequeña productora local, como las ensaimadas, y hasta hace su aceite de oliva.